Nuestra Catedral
Cuando los ingleses y Holandeses atacaron la capital, muchos temerosos de perder la vida y la hacienda empezaron a moverse hacia el centro de la isla llegando algunos al Valle del Turabo. Tras haberse distinguido en la defensa de la isla, el capitán Juan Mateo Delgado de Fonseca fue condecorado obteniendo como premio el dominio de todo el valle del Turabo, desde las Lomas de Aguas Buenas hasta los linderos del litoral oriental. Esta situación trajo consigo que el hijo del Capitán Delgado, se hiciera cargo del extenso territorio del Río Grande de Loiza y del Turabo. Allí surge el núcleo de lo que es hoy la ciudad de Caguas.
Según los documentos y los escritos de los historiadores Generoso Morales Muñoz y don Oscar Landelino bunker Aponte, las primeras ermitas o iglesias establecidas en el hato de los Delgados en el Valle del Turabo fueron: La Dulce Nombre de Jesús del Piñal y la Ermita San Sebastián del Barrero. La primera quedaba en la orilla del Río Grande de Loiza cerca del actual carretera #189 de Caguas a Gurabo, en el sector conocido como el Piñal, cerca del sector Santa Bárbara. Esta se construyó en el 1729 y se bautizó con el nombre de Dulce Nombre de Jesús. La segunda se construyó para la misma fecha aproximadamente en el área donde se encuentra hoy la Catedral Dulce Nombre de Jesús y se bautizó con el nombre de ermita San Sebastián del Barrero. Esta era sufragánea o sea estaban bajo la jurisdicción del Ermita Dulce Nombre de Jesús del Piñal. En estas se llevaban a cabo los sacramentos religiosos del matrimonio, confesión, al igual que los entierros de sus muertos.
En el 1738 el huracán San Leoncio destruyó la Ermita Dulce Nombre de Jesús. La situación hace que las actividades religiosas que se llevaban a cabo en ésta se trasladaran a la Ermita San Sebastián del Barrero. En el 1774 se amplió y rebautizada, ahora con el nombre “Santa Iglesia Parroquial Dulce Nombre de Jesús de Caguas”.
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Para la segunda década del siglo XIX la iglesia se encontraba en una situación precaria. Las tablas de sus paredes y las tejas de su techo estaban extremadamente en mal estado. Oscar Bunker señala en su libro Historia de Caguas en el 1er tomo: “su madera y techo estaban podridas”. El ayuntamiento decidió contribuir con la reconstrucción de la iglesia (en aquel momento no habían separación de Estado e Iglesia).
La inauguración da la nueva estructura levantada en el mismo lugar de la anterior se llevó a cabo el 25 de julio de 1830. La misma tenía una torre, en la cual había un campanario en el centro del edificio. Tenía una entrada en forma de sol trunco y dos ventanas en los lados.
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Esta iglesia se mantuvo de la misma forma hasta que la isla fue azotada por el huracán San Felipe. La estructura fue impactada y dejada en muy malas condiciones. En el 1929 el Padre Lorden consiguió los dineros necesarios para la reconstrucción del inmueble, comenzando los trabajos de inmediato. La iglesia Dulce Nombre de Jesús se levanto sobre la antigua estructura. Esta fue inaugurada el 30 de mayo del 1930.
La nueva iglesia era mucho más espaciosa que las anteriores. Tenía dos torres, un campanario en la torre norte, tres puertas dobles en la entrada de la parte del frente a la Plaza Palmer (lado oeste), siendo la del centro la más grande de las tres. En los laterales tiene dos ventanas cubiertas por vitrales igual que un enorme círculo con doce pequeños círculos alrededor del mismo. En el interior tiene tres altares, siendo el del centro el altar mayo r y los otros dos en los laterales. También en la nave central existen cuatro hileras de bancos de alrededor de 50 bancos en cada fila aproximadamente.
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En el 1965 la Iglesia Católica Dulce Nombre de Jesús adquiere la categoría de Catedral dado a que es asignado a su excelencia Reverendo Monseñor Rafael Grovas Félix (1905-1991) como primer Obispo de la Diócesis de Caguas, requisito indispensable para alcanzar el grado de Catedral. Monseñor Rafael Grovas Félix llegó a Caguas desde la Capital. Nació el 26 de noviembre de 1905, se ordenó sacerdote el 7 de abril de 1928 y fue consagrado Obispo el 28 de marzo de 1965. Comenzó su labor Episcopal a los 59 años y pastoreó la Diócesis por espacio de 16 años.